Otro servicio que me impresionó bastante fue el de una empresa que quedaba cerca del antiguo aeropuerto de Los Cerrilos, comuna de Maipú, en Chile. Esa empresa tenía una parte de la propiedad en las manos de la GM (General Motors). Tenía la responsabilidad de colocar la parte de atrás de las camionetas GM y Chevrolet que eran importadas de USA. Era un negocio seguro y bueno. Las camionetas eran importadas por las concesionarias de la GM y de la Chevrolet, esa empresa las terminaba y las pasaba para las concesionarias. La empresa estaba parada y sin stock de nada. Allí estaba apenas el interventor, el contador y un funcionario. El interventor era un antiguo colega de facultades que había parado de estudiar al subir Allende a la presidencia. Su característica era su tremenda melena y su barba al estilo che Guevara (solo le faltaba la boina en la cabeza). Me recibió muy bien. Parecía feliz de reconocerme y saber que era de la UP. Parece que él era del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria, terrorista). Me dijo que la empresa estaba asi (parada) porque la GM no quería enviar más camionetas a Chile por motivo de la expropiación. Pero, me dijo, que no estaban preocupados con eso pues el gobierno garantizaba el sueldo de los 40 funcionarios y que afora tenían tiempo para hacer el “servicio de calle”.´ A esa altura, yo ya sabía cuál era el “servicio de calle”: agitación política. Le dije que necesitaba proponer una solución, era obligatorio en mi reporte. Le pedí que me indicara una. Me dijo que no estaba interesado en cambiar el “status-quo” de la empresa. No en los momentos actuales por que atravesaba el país. De común acuerdo (lo convencí) propuse que se tratase de obligar a la GM de enviar sus camionetas a Chile vía gobierno. (Eso era algo medio imposible). En esa época yo ya comenzaba a dudar de la honestidad de Allende y de su gobierno de hacer de Chile un país mejor para todos. La falta de respeto era total (vendrían tiempos peores con Pinochet pero no lo sabíamos).