Entre as “medias verdades” que el libro afirma está el hecho que el gobierno de Frei haber hecho cambios sociales que tenían más que un sentido marxista, un sentido democrático. El mismo gobierno las llamaba de propias de una “revolución en libertad”, en Democracia. La Derecha las veía como actos marxistas. No hubo expropiaciones en el campo sin pagar el precio justo a sus antiguos dueños y las “tomas” de fábricas, industrias y propiedades particulares por parte dos marxistas, eran pocas y castigadas con el rigor de la ley. No era verdad que eran incentivadas por el gobierno. La mayor empresa del cobre (Chuquicamata) fue “chilenizada” por el gobierno al obligarla a venderle la mayoría de las acciones. Antes de chilenizarla, daba millones de dólares al gobierno. Después de chilenizada, pasó a dar lo mismo. Los trabajadores no marxistas socialistas democráticos veíamos con desprecio las invasiones de las propiedades privadas incentivadas por los marxistas. Sabíamos que después de los comunistas consolidar su poder, se las quitarían a los operarios y trabajadores en general con el pretexto que “eran del pueblo” (como lo hicieron en Cuba). Sabíamos, también, que los trabajadores eran usados como “carne de cañón”. Una demagogia total contra ellos por parte de los malditos comunistas. Un ASCO.