LA ESTIMA PROPIA

El primero en tratar “filosoficamente” la estima propia, fue el pensador Francés (de grandes recursos financieros) Michel de Montaigne, (parece que en aquella época nadie se – o muy pocos – se jubilaban para poder filosofar, como ahora, sin problema de tener comida en la mesa). Montaigne escribió el libro ENSAYOS, donde presenta el problema de la “inadecuación” (mejor traducido como “disgusto”). Disgusto por no ser BONITO (atractivo). Disgusto por no le gustar el propio CUERPO. Por no ser RESPETADO como es. Por ser criticado por sus costumbres y manías. Disgusto por sentirse poco INTELIGENTE. Según este filósofo, nacido en 1553, hay solución simple y practica para estas tres percepciones: belleza, respeto e inteligencia. Él sentía eso, a pesar de ser noble, rico, abogado y amigo del Rey de Francia. Sin considerar que fue prefecto de BORDEAUX por dos años. En su libro, en forma directa, honesta y franca, describe su cuerpo completamente para el público, deteniendo-se bastante en la descripción de su “pene” que, según él, lo hacía hombre. Él escribió sobre banalidades como ningún otro escritor. El decía que la más terrible aflicción del ser humano era “despreciarse a sí mismo”. Describe su impotencia (sexual), su flatulencia e sus manías extrañas, como la de comer tan de prisa, que se mordía hasta los dedos. Otra manía que tenía, era de oír misa, en cama, acostado. Por eso, su pieza de dormir (dormitorio) quedaba encima de la capilla de misas. También sentía placer en “comenzar a dormir”. Por eso mandaba tocar las campanas del castillo a medianoche para despertar y volver a “comenzar a dormir”. A los 43 años decidió vivir solo en su castillo y en su reclusión escribió su libro. Dice que el ser humano es infeliz por causa de la razón y del conocimiento. Cuando las dos cosas, son hechas en exceso, hacen mal. Afirma que muchos tienen rechazo de su cuerpo. Cuenta que conoció mujeres que tenían vergüenza de comer en público, por eso comían tapándose con un paño. Un hombre que tenía vergüenza de sí mismo, mandó que lo enterraran (después de muerto) con la ropa íntima de bajo para que nadie le viera su pene. Montaigne dice que cuando tengamos rechazo por nuestro cuerpo, pensemos que los reyes (y las señoras) también defecan. Que somos mitad animales y mitad no. Sentía verdadero pavor (no sería rabia, odio?) del “pre-concepto”. Criticaba los conquistadores españoles en América, por la forma bruta y estúpida que trataban los indios. Los definió como “mentes intolerantes”. También dice que es normal sentirse menos inteligente que otros. Como consuelo, debe pensarse en que las personas inteligentes no son instruidas, necesariamente. Existen personas sabias, instruidas y no instruidas. En otras palabras, una persona instruida no es necesariamente más inteligente que otra no instruida. Montaigne reconoce que hay personas más inteligentes que otras; pero no existe una formula exacta para medir la inteligencia de cada uno, mucho menos el concepto de auto-evaluación: una persona puede sentirse más inteligente de lo que verdaderamente es como otra puede sentirse más burra de lo que es. Montaigne, dice que nadie debe sentir envidia de los universitarios, de los ricos y de los poderosos, pues debemos pensar que todos nos sentamos igual en el “vaso sanitario”. Por último , Montaigne, recomienda : “no piense en eso, ame-se, sea feliz, sea humano….”.

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