Muchos Socialistas Democráticos pensamos que el “destierro” – que es la expulsión del país de una persona – es una forma civilizada de punir. Esa pena puede ser injusta o justa, pero es infinitamente mejor que la pena de muerte o la pena de prisión. Esta pena, que es combatida por la ONU, es aplicada desde tiempos inmemoriales por diversos países. Es una pena que no inflige dolor físico, al que es aplicada y le permite continuar viviendo, pero en otro país. La expulsión del país se aplica tanto en las Democracias cuanto en las dictaduras.
Recientemente, el dictador bolchevique de Nicaragua, Daniel Ortega, ha expulsado del país más de 200 opositores en dirección a los Estados Unidos; lo que motivó al Presidente Biden a declarar que lo consideraba un “gesto positivo” de la dictadura de Ortega. Frente al mismo hecho, Lula del Brasil nada ha comentado, solo ha dicho que se trata de asuntos internos de otro país (hay mucha hipocresía en esto) y por tal razón no se mete en eso.
En ese caso, la expulsión del país es una solución mejor para los oposicionistas que estaban presos en cárceles inmundas y mal alimentados. Podrán en USA ser libres y respirar libertad. La dictadura bolchevique de Ortega sigue igual de mala, y la opresión no disminuye.
Por tal razón, el pueblo dice: ORTEGA Y SOMOZA SON LA MISMA COSA.