FACOL

Poco antes del golpe militar de Chile, había decidido separarme del gobierno de locos de Allende, dejando el SERCOTEC, porque consideraba como muy prepotentes sus seguidores y sus actos vandálicos e irracionales. Cualquiera que no fuera marxista (como yo por ejemplo), era criticado como “casi momio” (opositor). No convencía mi opinión que era fundamentada en argumentos puramente técnicos de la Universidad de Chile. Por otro lado, veía como el grupo “paramilitar” de los GAP abusaba de su poder protegidos por Allende. Había total falta de respeto, principalmente contra la oposición. No importaba si esta era democrática o no. Las “tomas” de empresa (estatizaciones) eran abusivas, ridículas, sin fundamento y puramente políticas. Había falta de comida y ya comenzaban a faltar remedios. Fui a la central de mi partido en la calle Riquelme en el centro de Santiago y comuniqué tal decisión. Me dijeron que esperara, que ellos negociarían directamente con el SERCOTEC, pues corriese el riesgo que el lugar se lo dieran al MIR (grupo extremista medio terrorista marxista). Una semana después, fui nombrado como “Interventor” de una fábrica de cerámica de nombre FACOL. Podría conservar la Renoleta. Seria confirmado poco tiempo después por el Sub-Secretario de Gobierno. Acepté de mal agrado, pero, en fin, mi partido participaba del gobierno de Allende. ¿¿Solo me preguntaba por qué permitía tanto descalabro?? Me recibieron en la fábrica con un asado de carne de vaca de verdad. No quisieron decirme como consiguieron carne cuando faltaba en el país (excepto para los militares que comían carne todos los días). Durante el asado, un funcionario arrancó el ojo de otro. Cuando lo llevaban al hospital, pedí para que llamaran a la policía. Me dijeron que no valía la pena porque el funcionario era Demócrata Cristiano y contra Allende. Durante las semanas siguientes descubrí que yo era apenas una figura decorativa. Quien mandaba era la “dirección UP de la empresa”. En pocas semanas vi cosas de colocar los pelos de punta de irracionales. Pagaban el sueldo de los funcionarios cortando hojas que se transformaban en billetes de Escudos (E$) y que recibían del gobierno (originales). Pedí para iniciar un proyecto para estudiar mejoras de productividad. Se rieron de mí. Me acusaron de “alienado” (¿¿Marciano??). Algunos días después me invitaron a una reunión (en el horario de trabajo) para discutir como la UP ganaría (en verdad como fraudaría) el futuro plebiscito del “compañero Allende”. Me daba asco presenciar aquello. A la segunda reunión no me invitaron por “ser poco participativo” (poco confiable). Cuando mi partido el PADENA me comunicó que estábamos dejando el gobierno por no estar de acuerdo con sus locuras, me quedé FELIZ y me fui de la empresa. Volví al ICHA (Instituto Chileno del Acero) a mi cargo puramente técnico. En una mañana fría de septiembre, Pinochet dio el golpe de Estado. Trabajaba a pocos metros del Palacio Presidencial de La Moneda, por eso vi el ataque en primera fila. Vi cuando los tanques y los aviones Hucker Hunter atacaron. Vi con espanto como operarios de la construcción que trabajaban por allí cerca, se reían de Allende y de las bombas de los aviones sobre el palacio. Hacían chistes de Allende y sus farras de bebidas. Pensé: como Allende nos engañaba diciendo que todos los trabajadores estaban con él. Lo que veía desmentía eso. Era comprensible: los trabajadores también pasaban hambre igual que los demás chilenos. Pienso ahora, como en el mundo se vive de engaños: hay plazas y calles en varios países con el nombre de Allende como que recordando que nos hizo pasar hambre y sufrir a nuestras familias. Él solo se interesaba en su Chevas Regal. Al día siguiente del golpe, Santiago estaba quieto, en silencio (mórbido). El comercio todo cerrado (por lo demás no había nada para comprar). La radio Magallanes de los Socialistas Marxistas había enmudecido. La ultima mentira de ella era que el general Pratts (un imbécil pro-Allende al igual que Bachelet) venía con un ejército del sur hacia Santiago para libertar Allende, el presidente del pueblo y su “revolución de las empanadas con vino tinto” (?). ¡¡¡Era una gran mentira!!! Supimos que Allende se había suicidado con una ametralladora, regalo de Fidel Castro. Para lo único bueno que sirvió el regalo del hediondo dictador asesino de Cuba. La amante de Allende, La Payita, huyó con el acta original de la Independencia de Chile. ¿¿Para qué?? ¡¡Nadie sabe!! Pensé: está hecho. ¡¡Estamos salvados!! ¡¡Gracias a Dios!! Ahora solo trabajar para arreglar el país. No sabíamos que Pinochet estaba nos salvando del sartén de Allende para meternos en el horno caliente de una horrorosa dictadura militar. Dictadura que Pinochet usó para dejar ricos sus amigos, sus parientes y sus seguidores. El pueblo chileno se quedó más pobre que antes. Pensé, sería bueno para Chile que yo ayudara a divulgar la Filosofía del Socialismo Democrático no marxista. Pinochet no dejó.

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